Víctor Manuel Massei

Un intersticio cósmico-virtual para rabiar, destilar y fluir en los verbos contenidos, detenidos y suprimidos por el exceso de logos; un arranque existencial para evitar que se nos cierren los ojos...

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Ilusión Óptica

Consumía con avidez su diario. Bebía rigurosamente cada tres minutos. No miraba alrededor. El mundo era suyo a la hora que no caminan las sombras. Aquella hora en que una cerveza y un completo bastaban para exiliar la hambruna. Pero la botella ya se había vaciado en su garganta. Levantó la mirada. Interceptó a una mesera. La miró fijamente. Y sin emitir palabras gesticuló. Se transfiguró en una pose de mímica para reiterar el pedido. Y vocalizó sin emitir sonidos. Ella hizo lo mismo con sus labios. Sonriendo, dudando y corroborando con su boca en una fabulosa y sensual mueca que parecía adivinarlo todo. Hizo una exquisita “o”. Que le llevó, a él, a desear introducirse en ella. Tocarla. Comerla. Beberla. Ratificó con su cabeza que había acertado. Mientras detonaba en su mente una escena en que los cuerpos no les alcanzaban para la noche. Donde aquellas comisuras eran astrales y su cuerpo gravitaba en torno a ellas. ¡Qué irresistible se le hacía esa boca! Imágenes se sucedían en fracciones de segundo. Deseos colisionaban con su razón haciendo añicos la decencia. Suspiros de impotencia le detenían en el silencio. La camarera llegó con la botella. Pero él ya no veía la persona. Sino sólo sus labios. Ya no era mujer. Era una boca. Deliciosa. Muda. Hermosa. Llegó a paso raudo con el gélido producto de cebada y dejó escapar algunas palabras. Ya no era divina. Era una mujer más, que volvía a humanizarse en las trivialidades del mercado. Todo se desvaneció. Volvió a sustraerse del mundo y sus banalidades. En la sección de reportajes. En la mentira de turno. Otra mentira. A la cual, por lo menos, ya se había acostumbrado. (Víctor Manuel Massei)

No hay comentarios:

Publicar un comentario