Víctor Manuel Massei

Un intersticio cósmico-virtual para rabiar, destilar y fluir en los verbos contenidos, detenidos y suprimidos por el exceso de logos; un arranque existencial para evitar que se nos cierren los ojos...

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Silencio a la Carta

Fui a parar, no sé si por inercia o por capricho, a un restaurante de comida china. Me arrinconé en la mesa más lejana, con mi hambre en las entrañas y con la curiosidad en los ojos. Se trataba del ejercicio dominical de siempre, como una más de las formulas para matar el ocio. Esta vez no fui un solitario. Fui con ella. La que me extraña cuando estoy solo, la que me acompaña cuando no quiero estarlo, la que me ama a pesar de lo que soy, la que se engaña a si misma creyendo que tengo algún atractivo. Y mientras pasábamos del “Arrollado primavera” al “Pollo Pekín” ella me hizo notar que en ese lugar sólo había parejas. Ellos y nosotros. Ellos que demoraban el bocado. Nosotros que no parábamos de comer. Ellos jugaban con las manos y se miraban. Nosotros no soltábamos el tenedor ni la vista de los platos. Ellos conversaban mientras la merienda se enfriaba. Nosotros no dejábamos que el calor se escapara del bocado. Fuimos los últimos en llegar y los primeros en terminar. No había comunicación ni buenas maneras sólo un hambre compartida. Nos fuimos una vez consumada la sacra ingesta. En silencio. Como nunca dejamos de estarlo. Alrededor seguía el cotorreo, el coqueteo y varios platos fríos. Ellos se jugaban sus cartas. Ellos postergaban el hambre por la estrategia. Estaban ahí por algo. Mientras nosotros los silentes. Ya no necesitábamos del teatro para propósitos subterráneos. Unos juegan a la carnada mientras otros en silencio se comen la carne. (Víctor Manuel Massei)

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