Víctor Manuel Massei

Un intersticio cósmico-virtual para rabiar, destilar y fluir en los verbos contenidos, detenidos y suprimidos por el exceso de logos; un arranque existencial para evitar que se nos cierren los ojos...

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Virilidad

Su mirada era esquiva e insinuante. Jugaba con sus dedos y con un celular para distraer. Mientras de soslayo observaba e intentaba penetrar en mi espacio. Extendía artificialmente su café. Se mostraba vulnerable. Accesible. Y presumía su voz, sus gestos y su apariencia como carnada infalible. Buscaba mis ojos, y en el fondo más que eso. Atacaba sin piedad cuando mi visual era circunspecta. Exhibía disposición total para el abordaje. Me tenía trémulo, confuso y perturbado. Era un domingo en la tarde. En el café. Bebiendo y comiendo lo de siempre. Un cortado, un kuchen arándano-frambuesa, la revista Men´s Health y los cuentos completos de Córtazar. La tarde transcurriendo lenta, mi cuerpo desahuciado, y el sueño filtrándose entre el bocado y la lectura. No se movía. Se petrificaba en una actitud de aguardo. Trataba de descifrar mi lenguaje no verbal. Esperaba una pista. Quería a atreverse. Al menos eso buscaba con su mirada cortejando la mía. Esgrimía desde lo sutil hasta lo grotesco en los códigos del metalenguaje. Pasó casi una hora, y aun dilataba los procesos. Pidió la cuenta. Demoró en pagarla. Demoró la propina. Después de la transacción aun permanecía en expectativa. No se iba. Porque quizá no quería hacerlo con la misma soledad que había llegado. Hasta que se levantó, mirando fijamente mi ubicación, al menos eso percibí mientras leía un cuento y amagaba un vistazo. Se retiró sin nada. Sólo compartiendo el aire por escasos segundos en los que dribló junto a mí mesa. Me quedé por largo rato. Por seguridad. Masticando mi homofobia. (Víctor Manuel Massei)

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